viernes, 11 de diciembre de 2009

“EL DINERO: De dónde vino / Adónde fue” Capitulo 1 El Dinero

John Kenneth Galbraith, es el autor de un libro de culto entre los estudiosos de la historia del dinero. Prolíficamente citado, y ampliamente comentado, este texto publicado en 1975, ha sido fundamental para comprender una parte del Sistema Monetario.

“EL DINERO: De dónde vino / Adónde fue”

Pues bien, en esta sección “extra” del Boletín de Formación para el Bienestar, vamos a compartir contigo la transcripción por entregas de este importante libro, no será literal, probablemente, haremos algunos comentarios en pie de página para contextualizarlo y conectarlo con el propósito del Boletín.

Así las cosas, en esta oportunidad, vamos a dar inicio con el primer capitulo titulado:

EL DINERO

Durante mucho tiempo fue de buen ver entre los historiadores el mostrarse modestos, salvo en lo recóndito de sus creencias, sobre las lecciones de la Historia. Quizás ésta enseña solamente que enseña poco. En lo concerniente al dinero enseña mucho o se puede hacer que enseñe mucho. Ciertamente, es muy dudoso que puedan aprenderse por otros métodos nociones duraderas sobre el dinero.

Las actitudes frente al dinero siguen grandes oscilaciones cíclicas, cuando el dinero es malo, la gente quiere que sea mejor. Cuando es bueno, la gente piensa en otras cosas. Solamente estudiando las cuestiones en el curso del tiempo, se puede ver que aquellos que sufren la inflación anhelan una moneda estable y que aquellos que aceptan la disciplina y el coste de la estabilidad llegan a aceptar los riesgos de la inflación.

Este ciclo nos enseña que nada, ni siquiera la inflación es permanente. También aprendemos que el miedo a la inflación puede ser tan perjudicial como la propia inflación. Y también nos enseña la Historia, más claramente que cualquier otra disciplina, como ha evolucionado el dinero y las técnicas para su uso o su mal uso y cómo éstas sirven o dejan de servir.

Gracias al pasado, vemos cómo las instituciones nuevas –corporaciones, sindicatos, política de bienestar social – han alterado el problema de conservar la estabilidad de precios en el presente, y cómo las circunstancias cambiantes –movimiento hacia una estructura de clase en la que un número decreciente de personas aprende a exigir menos, interés político cambiante del potentado- han cambiado enormemente la tarea.

Este libro se preocupa de las lecciones de la Historia más que de la Historia misma. Su propósito es didáctico y expositivo, más en relación con el presente que con el pasado. Pero su propósito es también menos que completamente solemne. Hay muchas cosas fascinadoras en la historia del dinero, y hay muchas más que ilustran elocuentemente el comportamiento humano y la locura humana.

Que el amor al dinero es la causa de todos los males es algo que puede discutirse. Adam Smith, profeta para muchos de una autoridad sólo ligeramente inferior a los de la Biblia, pensaba, en 1776, que de todas las ocupaciones a que hasta entonces se había dedicado el hombre –guerra, política, religión, diversiones violentas, sadismo no compensado- la de ganar dinero era, socialmente la menos perjudicial. Pero es indudable que el afán de dinero, o cualquier asociación duradera con él, es capaz de provocar un comportamiento no solo chocante, sino, francamente irracional.

Hay buenas razones para ello. Los hombres poseedores de dinero, como antaño los favorecidos por una noble cuna y un titulo importante, se imaginan indefectiblemente que el respeto y la admiración que inspira el dinero son realmente debidos a su propia sabiduría o personalidad. El contraste entre la opinión que tienen de ellos mismos, reforzada de este modo, y la con frecuencia ridícula y corrompida realidad, ha sido siempre fuente de pasmo y de diversión. De una manera parecida, siempre ha causado una especie de satisfacción morbosa la rapidez con que se evaporan el respeto y la admiración al quedarse el individuo sin dinero.

El dinero atonta de otra manera. Reiteradamente, a lo largo de los siglos, los hombres presumieron que habían descubierto el secreto de su infinita multiplicación. Y a la vez que se convencieron de ello, convencieron a los demás. Esto involucra invariablemente el redescubrimiento tal vez en forma ligeramente novedosa, de algún fraude antiquísimo. El lapso de tiempo entre el cenit trascendental del genio financiero y el nadir del subsiguiente derrumbamiento –de ser John Law, salvador de la Regencia francesa, a ser John Law, el paciente de Venecia; de ser Nicholas Biddle. Primer maestro de las finanzas americanas y personaje temido por los presidentes, a ser Nicholas Biddle, el más famoso quebrado de Filadelfia- es con frecuencia, de unos pocos meses, o como máximo de unos pocos años.[1]

Conviene decir unas palabras sobre la actitud mental con la que deseamos que aborde el lector un libro de esta clase. Una discusión sobre dinero entraña una gruesa capa de encantamiento sagrado. Esto es, en parte, deliberado. Los que hablan de dinero y enseñan sobre él y se ganan la vida con él, adquieren prestigio, estima y ganancias pecuniarias de una manera parecida a como los adquieren un medico o un hechicero al cultivar la creencia de que están en relación privilegiada con lo oculto, de que tienen visiones de las cosas que no están al alcance de las personas corrientes. Aunque profesionalmente remunerador y personalmente provechoso, esto es también una forma conocida de fraude.

El estudio del dinero es, de todos los campos de la economía, el único en que se emplea la complejidad para disfrazar o eludir la verdad, no para revelarla. (…) el dinero es tan importante para los que lo tienen como para los que carecen de él. Por consiguiente, los dos tienen interés por comprenderlo.[2]

Llegados a este punto el lector se preguntará si un libro sobre la historia del dinero no debería empezar con alguna definición de lo que es el dinero en realidad. ¿Qué es lo que hace que un trozo de papel, intrínsecamente sin valor, resulte útil en el cambio, mientras otro pedazo de papel, de tamaño similar, carece de esta valía? Los precedentes para este esfuerzo son muy poco alentadores. (…) esta es una historia de dinero, considerablemente menos que una historia del dinero en todos los tiempos.

Como se verá en los capítulos que siguen, la selección converge sobre todo en el dólar. Aquí, el arte, real o presunto, se reduce a imitar la vida. La historia del dinero viene a parar al dólar y, de momento, termina en el dólar.[3]



[1] ¿Se acuerdan de Bernard Madoff, de David Murcia Guzmán?

[2] Aquí difiero del autor, las evidencias parecen mostrar, que es más el interés por comprender el dinero de quien lo tiene, que de quien lo tiene. Otra hipótesis podría ser que, al que lo tiene, no le interesa ni le conviene que el que no tiene, lo entienda.

[3] Lo que no imaginaba el autor, era el advenimiento de un invento revolucionario. Internet. Este, modificará totalmente esa predominancia del metálico como forma de intercambio para acceder a bienes y servicios. Al menos la Economía Altruista así lo promete.

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